Gastar bien para vivir mejor

Vivimos tiempos de grandes cambios. La economía globalizada impone ritmos y modos distintos de trabajar, disfrutar del ocio, vivir o comer. La organización social estrena escala de valores, e Internet parece que va a cambiarlo casi todo, incluida la cesta de la compra, los hábitos del consumidor y las formas de comercialización.

La cuestión es qué, cómo, cuándo y dónde comprarán los españoles bienes y/o servicios y cómo se distribuirán los recursos disponibles entre las distintas opciones.

Como inductores de las nuevas tendencias se señalan, especialmente, los cambios demográficos y el protagonismo de las nuevas tecnologías, que incorporan valor añadido a los productos y servicios que se ofertan en el mercado.

Crece, por otra parte, el escepticismo del consumidor frente a las campañas promocionales clásicas y gana terreno la independencia a la hora de elegir productos y servicios frente a la ya histórica lealtad a marcas y establecimientos.

Todo ello obligará a la redefinición de estrategias de comercialización y a una mayor oferta de novedades, variedades, y calidades. ¿Y el precio? Parece que será importante, pero menos.

Alimentos naturales

Cambiarán los productos y servicios, pero especialmente su presentación, envasado y comercialización. Todo apunta a una mayor disponibilidad de tiempo libre en su sentido más lúdico. También a la hora de comprar alimentos para el hogar.

Con la incorporación de la mujer a la vida activa, la visita asidua al mercado será historia. Compras espaciadas y ágiles, con selección de productos sobre la marcha, sin fidelidad a marcas, pero con criterios de calidad como selector principal.

El tiempo de la compra se recorta y se hilvana al ocio, en espacios con amplia oferta de bienes y servicios.

El nuevo consumidor

Los consumidores de esta primera década del siglo XXI viven deprisa y compran rápido. Ese estilo de vida requiere una organización comercial acorde. Conquistar a los compradores implicará una variada oferta de productos y servicios de calidad. Todos en un ámbito amplio y único, es decir, en hipermercados.

Serán los acaparadores del mercado, salvo las tiendas de segunda mano que parecen resurgir, y las tiendas especializadas. La gran explosión de servicios y productos en grandes superficies será la que compita con la compra telemática, en franco crecimiento vía televisión digital y redes de cable.

Casa propia

La inversión se reserva para la vivienda en propiedad, símbolo de estabilidad y seguridad. En esto no hay cambio. Casa propia mejor que alquilada. Ahora, fuera del casco urbano, en zonas ajardinadas y amueblada en maderas, con amplia despensa para almacenar las compras y decorada con esmero. Es lo que prefieren el 80% de los españoles que para conseguirlo no reparan en barreras presupuestarias.

Informática y tecnología

Casa en propiedad y regida por el equipamiento y los modernos electrodomésticos. Obligatorio en el nuevo hogar será el ordenador. Con Internet en expasión, es el canal de futuro para la venta de discos, libros, material informático o reserva de viajes.

Imprescindibles en la casa serán el microondas, el lavavajillas y la vitrocerámica, complementados con otros electrodomésticos como el robot de cocina, el aire acondicionado, etc… Y eso que cocinar pierde carácter de obligación por el avance de los platos preparados. O tal vez por ello.

Gastos prioritarios

Al margen de demandas específicas, los consumidores españoles tienen claro también, según su estatus económico, social o su edad, a qué destinarían un mayor gasto en el futuro.

Mientras los hogares independientes declaran su orientación hacia un mayor gasto en alimentos precocinados, vivienda y ropa, las parejas jóvenes quieren invertir sus hipotéticos mayores ingresos en vacaciones.

Por su parte, los hogares con niños de segunda edad miran a sus necesidades de gasto en alimentos sin elaborar, transporte, telefonía, formación y estudios.

En otro orden de análisis, las clases acomodadas calculan que invertirán más dinero en vivienda, ocio, cultura y servicios del hogar, mientras que la tercera edad y las clases más modestas creen que crecerá su gasto futuro en servicios médicos y de salud, y en medicamentos.